martes, 14 de febrero de 2012

Usted es un ladrón. (De ideas)


Esa idea que usted tiene y que con tanto ardor sostiene no es suya.
Quizá usted no sea un ladrón, pero se ha apropiado de la idea de otro. Es atenuante de tan manifiesto robo que se ha apropiado de la idea de otro con buena fe, y que además la ha hecho suya habiéndola pensado. Habiéndola pensado más o menos. Si es lector de este blog probablemente más que menos.
Todos decimos tener “nuestras ideas”, pero muy pocos de verdad tienen ideas y mucho menos ideas nuevas. Como le dijo aquel (¿Yogi Berra?) al contertulio engreído que no hacía sino repetir “yo pienso que...”, “yo pienso que...”: Pensar, pensar, lo que se dice pensar, en España piensa Zubiri, los demás como mucho opinamos.
Y ni aún éstos pocos, pues toda idea es evolución de ideas anteriores, toda idea nueva es una pequeña aportación a una idea anterior. En célebre cita de Whitehead:
"Toda la filosofía occidental no es sino una serie de notas a pie de página de las obras de Platón."

¿Entonces cómo atribuir correctamente la paternidad de las ideas? Cómo saber quiénes son sus padres (las ideas suelen ser hijas de muchos padres), dónde fueron dadas a luz (las ideas suelen nacer de partos difíciles y dolorosos), y cómo fueron creciendo y expandiéndose.
Difícil es saberlo. Los memes son esas ideas que se transmiten de manera espontánea de boca en boca, y quienes lo transmiten no son completamente conscientes de la idea que están transmitiendo.
Dice Nassim Taleb sobre el éxito de las ideas que:
I will repeat the following until I am hoarse: it is contagion that determines the fate of a theory in social science, not its validity.

Por eso es especialmente importante conocer cómo se transmiten las ideas para poder transmitirlas bien y que lleguen a ser “contaminantes”.
Ya Hayek tuvo esa iluminación que llamó Second hand ideas dealers, aquellos que transmiten las ideas de otros pero que son quienes realmente influyen en la opinión pública (a través de la opinión publicada o radiada), quienes conforman las ideas comúnmente aceptadas. Todos esos intelectuales de segunda fila (o de decimosegunda), que repiten una y otra vez las muy manidas ideas por otros acuñadas, eso sí, con mucha prepotencia y como si fueran originalísimas; esos son los que influyen en la sociedad y los que pueden llegar a generar un cambio real.
 Por suerte su influencia es cada vez menor pues cada vez los ciudadanos se (in)forman a través de los medios que ellos mismos eligen (blogs, twitter, facebook...) cada uno busca su propio prescriptor, su intelectual de segunda fila que le repita lo que otro dijo antes que él.
Como muy bien dijo John Maynard Keynes (Y sí, en este blog también se cita a Keynes, un gran economista por muy mal que escriba, o mal que se le interprete, o equivocado esté lo que diga).
“The ideas of economists and political philosophers, both when they are right and when they are wrong, are more powerful than is commonly understood. Indeed the world is ruled by little else. Practical men, who believe themselves to be quite exempt from any intellectual influence, are usually the slaves of some defunct economist.
Esto es, que todo lo que hacemos hoy es consecuencia de lo que alguien difunto dijo ayer.
Aunque como se lamentaba Auden:
The words of a dead man
Are modified in the guts of the living.
Y es que cada uno de nosotros modificamos las ideas de los otros cuando las repetimos y las hacemos nuestras; cuando nos las apropiamos.
 Al fin y al cabo usted no sea responsable del robo de las ideas de otros. Sus ideas son suyas, pues hay muchas ideas por ahí pululando; y uno se define por las ideas que elige, uno conforma su pensamiento por las ideas que incorpora a su ideario, por los autores muertos que decide repetir, los conozca o no, pero que cuando los repite los hace suyos. Honrándolos según Keynes, pervirtiendo su significado según Auden.
Por ello cuando uno repita las ideas que eran de otro, en su propio fuero las transforma, y con ello se las apropia.
No, usted probablemente no es un ladrón, aunque las ideas que usted cree tener no las tuvo, sino que las adoptó.

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