martes, 8 de mayo de 2012

Sobre la medición de la felicidad


“Todo es medible, y medir es el fin de la ciencia”
Manualito de imposturología física.
Fernando Vallejo

Pareciera que el estudio de sobre la felicidad se ha puesto de moda. No solo todo el desarrollo de la “Economía de la felicidad”, o el congreso organizado por El Instituto de la Felicidad de Coca-Cola (ya comentado aquí)  si no también el congreso sobre la felicidad que se acaba de celebrar auspiciado por Naciones Unidas, y con un interesante (por las ideas preconcebidas y los errores que contiene, sobre todo) informe del afamado economista Jeffrey Sachs, el World Happiness Report.

Lo que parece no haber todavía, pese a tantos esfuerzos en medir y promover la felicidad, es una definición de la felicidad; o un estudio de la cuestión que lógica y esencialmente ha de ser la previa y prioritaria para hablar o medir la felicidad:
¿Qué es la felicidad?



Como muy bien denuncia mi admiradísima economista Deidre McCloskey:
    "Which raises another, humanistic criticism of the recent literatura on "happiness". The literatura pays no attention to reflections that are non-quantitative or non-mathematical.

 Esto es, la obsesión econométrica de nuestros tiempos intenta interpretar a través de mediciones conceptos que puede que no sean mesurables: 
    "In his recent book: Happiness: A Revolution in Economics, the brilliant insider critic of economics, Bruno Frey, devotes exactly one sentence to thinking about "happiness" before "measurement".  (That´s it. He does not mention that it has been a central theme, too, of poetry and stories and biography and religion).

    ¿Cómo se puede abordar una cuestión sin intentar ni tan siquiera definirla o delimitarla o conocerla? ¿Cómo estudiar lo que no se conoce ni se define?

Pues con la obsesión métrica de la que está contagiada toda nuestra ciencia -y especialmente la economía con el virulento virus econométrico- pretende estudiarla y entenderla mediante la medición de la misma. 
Como denuncia con tanta sabiduría como incorrección Fernando Vallejo en el mordaz estilo que le define en la primera sentencia de su “Manualito de imposturología Física”: 
Todo es medible, y medir es el fin de la ciencia”.
     Todo es medible, y medir es el fin de la ciencia. Se puede medir una bacteria, el átomo, el núcleo del átomo, el electrón, la opinión pública, la inteligencia, la distancia que nos separa de la estrella Alfa del Centauro... Todo, todo se puede medir. ¿Por qué no habremos de medir entonces la impostura, la maliciosa capacidad de mentir del ser humano que es su esencia?   (Y añado yo, ¿Por qué no habremos de medir la felicidad del hombre? ¿Por qué?)

En estos momentos en el mundo se manejan muy diversas mediciones de la felicidad o índices de felicidad:
·   El índice de desarrollo humano elaborado por las Naciones Unidas.
·   El índice Happy planet elaborado por el NEF (un think tank inglés).
·   La encuesta Gallup de felicidad global.
·   La medición psicológica de la felicidad.


A su análisis y comprensión dedicaremos sucesivos posts de este blog.

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