La política de la Felicidad. Bután: ¿El reino feliz?
El reciente interés de la ciencia por la felicidad podría parecer un mero interés científico por cubrir una laguna en el
conocimiento humano...
...podría
parecer tal si no se conociese la inmoral relación existente entre política y
ciencia.
Las
“investigaciones” a favor de la felicidad han sido argumento para implementar
políticas en diversos países, así como para toda una resolución de las Naciones
Unidas encorajinando el uso de las mediciones de felicidad. Y felicitando
la labor de Bután.
No parece mera casualidad (ni para los más ingenuos confidentes de la economía) que esta apelación a un concepto tan
vago como la felicidad la hagan aquellos regímenes que no son un modelo de
democracia o legitimidad democrática precisamente.
La primera medida de la felicidad fue el Índice de felicidad bruta. Una idea lanzada en su discurso de coronación, cuando tan solo tenía 18 años, en 1972, por el Rey de Bután Jigma Singye Wangchuk. Bután era entonces una monarquía absoluta, y aún a día de hoy Bután no puede ser considerado un modelo de democracia.
Resulta muy llamativa la buena fama y la buena prensa con la que cuenta Jigma en occidente, aparece como un modernizador de su país, como alguien tan solo preocupado por la felicidad de su pueblo, un Rey de cuento se diría, el modelo de déspota ilustrado que todo intelectual quisiera en el poder.
No niego que estas intenciones puedan ser ciertas (si pudieran ser ciertas). Pero también es cierto que no consideró que la felicidad de su pueblo implicaba por elegir a sus propios gobiernos hasta el año 2006; y además que decretó que él era quien debería decidir cómo su pueblo debía vestir para ser feliz, ya que impuso la obligación de llevar el traje típico butanés (Sí, sí, en Bután es obligatorio vestir el traje típico, de esa guisa que ven, TODOS).
Pero lo que es todavía mucho más grave, decidió expulsar a unos 107.000 butaneses de etnia nepalí (pues no debían ser lo suficientemente felices para ser su pueblo suponemos). Los expulsados de manera masiva y obligatoria de Bután representaban el 17% de la población.
Pero no es Bután el único país que ha decidido medir la felicidad de sus habitantes, otros muchos países han decidido seguir su ejemplo, pero no son precisamente los países que aparecen como modelo de crecimiento o democracia.
En
2011 el régimen
de Corea del Norte -el régimen más nefasto de cuantos a día de hoy
mancillan el planeta- anunció que iba a comenzar a medir también la Felicidad Interior Bruta de su país.
Así mismo
el nuevo gobierno militar que tomó el poder con un golpe de estado en Indonesia en 2006 anunció que iba a
procurar incrementar la felicidad de sus habitantes y no meramente el
crecimiento económico.
Las nuevas constituciones de Ecuador
y Bolivia auspiciadas por los
presidentes Correa y Evo Morales proclaman la promoción del "buen
vivir" (o "sumak kawsay" en Quechua, y "suma qamaña" en Aymara). Un concepto que no es sino una resurrección del “buen salvaje” en su versión
andina en palabras del analista latinoamericano Aparicio Caicedo.
Pero las políticas de Bután no solo han sido seguidas por regímenes pobres o tiránicos, economistas de fama mundial o las mismísimas Naciones Unidas aclaman el modelo butanés.
Dice
el afamado economista Jeffrey Sachs que:
It makes sense, in other words, to pursue
policies to raise the public’s happiness as much as it does to raise the
public’s national income. Bhutan is on to something path breaking and deeply insightful.
And the world is increasingly taking notice.
Member States also welcomed
the offer of Bhutan, which for many years has used gross national happiness
rather than gross domestic product (GDP) as a marker of success, to convene a
panel discussion on the theme of happiness and well-being during the Assembly’s
next session, which begins in September.
Donde
se viene a reconocer que es Bután el modelo a seguir para la consecución de las
nuevas políticas de felicidad de los ciudadanos.
(Lo que no aclara el señor Sachs ni la
asamblea general de las Naciones Unidas es si las leyes que hacen obligatorio
vestir con el traje tradicional son el modelo en el sentido de que todos hemos
de vestir con el traje tradicional butanés o que cada país ha de vestir con su
traje tradicional, los madrileños con la casposa y el chaleco, los andaluces de
faralaes, etc... O si también es recomendable expulsar a las minorías de cada
país).
Sabiendo
estos hechos no deja de extrañar que las Naciones
Unidas organicen congresos alabando la labor del Rey de Bután en pos de la
felicidad de sus súbditos... aunque bien pensado y conociendo la
trayectoria de las Naciones Unidas no puede extraña a nadie
mucho.
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