“A lo mejor fuiste feliz un ratito, pero
la felicidad me temo que no es una constante.”
Michi Panero
We hold these Truths to be
self-evident, that all Men are created equal, that they are endowed by their
Creator with certain unalienable Rights, that among these are Life, Liberty,
and the pursuit of Happiness
Declaración de independencia de EEUU
Ya
sabemos que desde que el hombre se ha preguntado algo se ha preguntado sobre la felicidad, y que todos los sabios que en el pasado han sido algo han dicho
sobre el tema.
También
que en los últimos tiempos se ha puesto de moda entre los economistas tratar
sobre la felicidad, y que su tratamiento no ha sido sino una medición constantesin definición ni objeto.
Pero
volvamos a la pregunta esencial, ¿Qué es
la felicidad?
¿Es la felicidad un estado, una condición o una percepción?
¿Cuánto dura la felicidad? Pues como dice ese gran
literato sin obra, sabio e icono Michi Panero.
“La
felicidad son momentos”
“A lo mejor fuiste feliz un ratito, pero
la felicidad me temo que no es una constante.”
Pero, de hecho, ¿se puede “ser
feliz” o la felicidad es un camino, un proceso, un descubrimiento?
Significativamente dice la declaración de
independencia de EEUU que todos los hombres tienen el derecho de “perseguir la felicidad”:
We hold
these Truths to be self-evident, that all Men are created equal, that they are
endowed by their Creator with certain unalienable Rights, that among these are
Life, Liberty, and the pursuit of
Happiness
No dice de “alcanzar la
felicidad” (achievment of happiness) que
pareciera un fin aun mayor; pero es este un fin inalcanzable, pues la felicidad
en sí misma no es alcanzable, tan
solo es perseguible.
¿Es alcanzable LA felicidad? ¿Qué es LA felicidad? Probablemente
pregunta tan importante no haya alcanzado respuesta.. Ni la puedan alcanzar los
hombres pues es la Pregunta Última de su existencia
¿Es
alcanzable? Yo lo dudo.
Y es que la felicidad probablemente no sea un concepto universal aplicable a todas las personas
de todos los tiempos por igual, ni tan siquiera un concepto social que se puede hablar de una
determinada época o de unas determinadas condiciones, la felicidad es un
concepto personal.
Como
muy bien dice Ludwig Von Mises:
“Es la valoración subjetiva
–con arreglo a la voluntad y al juicio propio- lo que hace a las gentes más o
menos felices o desgraciadas. Nadie es
capaz de dictaminar qué ha de proporcionar un mayor bienestar al prójimo”.
Y es ese mismo relativismo el que creo que hay que trasladar a las
decisiones y a las mediciones sobre la felicidad.
No sabemos qué es la felicidad en un sentido abstracto y común para
todos los hombres, pero es que ni tan siquiera sabemos qué es la felicidad en
un sentido concreto para cada uno de nosotros. Y no lo sabemos ni tras milenios de
trabajos de los pensadores más profundos de la historia desde Aristóteles hasta
nuestros días, ni tras la experiencia que nos proporciona contemplar la vida de
los millones de personas que nos precedieron (de los que podemos afirmar sin
riesgo a equivocarnos que ellos también persiguieron la felicidad y que la
mayoría de ellos no la alcanzó) ni tan siquiera apoyándonos en los textos que
nos han dejado los poetas de todos los tiempos.
Y es que, como muy bien dijo hace más de 900 años ya Omar Kayyham “de la felicidad solo conocemos el nombre”.
Así
que yo me aplico las palabras del sabio Rubiyat
que continúa:
De la felicidad sólo conocemos la palabra. Nuestro compañero
más viejo es el vino nuevo. Acaricia con los ojos y con los dedos el único bien
que no falla: el ánfora viva de sangre de la vid.
Así
que, amigo, alzo la copa por la felicidad, por la mía y por la suya, de la que
no sé nada, nada más allá de que será distinta a la mía y usted también
perseguirá la suya.
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