jueves, 19 de julio de 2012

Bakunin ¿un precedente austriaco?


Bakunin ¿un precedente austriaco?

You are all a bunch of socialists” famosamente dijo Mises y mucho se ha repetido desde entonces. Y puede ser cierto que todos sean socialistas menos Mises, pero entre los distintos tipos de socialismos hay diferencias, matices; y es en esos matices donde halla el interés quienes quieren comprender el pensamiento de los otros, donde se halla el conocimiento.

Aunque es un galón de la escuela austriaca de economía el que la primera crítica de Marx (y quizá la definitiva que le impidió culminar su obra por no hallar respuesta a ella) fue la que le hizo Böhm-Bawerk en su Karl Marx y el cierre de su sistema de 1896; lo cierto es que los pensadores anarquistas supusieron una crítica (si bien no a la teoría monetaria sí a las esencias del sistema marxista) anterior y puede que aún más contundente al pensamiento marxista (si cabe).
Las críticas que más dolieron a Marx y a cuya refutación dedicó muchas energías fueron las de Bakunin y las de Stirner, y si las analizamos en profundidad veremos que una se puede considerar un precedente de las teorías de la Escuela Austriaca de Economía sobre la imposibilidad de cálculo en el socialismo, la otra un precedente del anarco-individualismo que luego abanderarían Ayn Rand o Rothbard.

De todas las divisiones dentro del pensamiento socialista o de izquierdas la más significativa fue la de la I Internacional de 1872, donde la sección marxista expulsó a la sección anarquista; provocando una escisión que Bismarck celebró como una bendición para la civilización occidental ya que los rojos y los negros desunidos tendrían menos fuerza y no podrían coordinar una gran revolución.

Marx y Bakunin eran dos personalidades muy distintas, uno burgués alemán (“emplean la palabra burgués como un lema repetido hasta el hastío, cuando son de pies a cabeza, y hasta la médula, burgueses provincianos” dijo Bakunin de Marx y Engels), el otro un noble ruso tan solo cuatro años mayor que él que mereció los peores adjetivos por parte de Marx, a despecho de que se admirasen mutuamente en sus inicios y se influyesen tanto que prácticamente se copiaban expresiones y partes sustanciales de su pensamiento.
Entre estos dos colosos había diferencias sustanciales, irreconciliables. Muchas explicaciones se han intentado dar a una de las disputas que más muertes y más dolor han causado en los últimos 140 años. Sobre la estrategia a seguir para alcanzar la utopía socialista o sobre la gestión de esa misma utopía. Pero para un economista austriaco destaca mucho que uno de los argumentos que utilizó Bakunin contra Marx era el de la imposibilidad del gobierno en el socialismo, aún si los gobernantes fuesen los científicos más sabios y más probos que fuesen casi inhumanos.
Antes de su expulsión I Internacional Bakunin escribió en 1871 uno de sus libros más conocidos, “Dios y el Estado”. Un panfleto en el que habla de idealismo, realismo (comienza con un significativo: “¿Quiénes tienen razón, los idealistas o los materialistas?”), que es un contundente alegato ateísta (“Si Dios existe, el hombres es esclavo; ahora bien, el hombre puede y debe ser libre: por consiguiente Dios no existe”), y donde discute la posibilidad de gestión en un Estado socialista. Y es aquí donde se entrevé un pensamiento cercano a aquel de los austriacos:
“La más grande inteligencia no podría abarcar el todo. De donde resulta que para la ciencia tanto como para la industria, la necesidad de la división y de la asociación del trabajo. Yo recibo y doy, tal es la vida humana. Cada uno es autoridad dirigente y cada uno es dirigido a su vez. Por tanto no hay autoridad fija y constante, sino un cambio continuo de autoridad y de subordinación mutuas, pasajeras y sobre todo voluntarias.
Esa misma razón me impide, pues, reconocer una autoridad fija, constante y universal, porque no hay hombre universal, hombre que sea capaz de abarcar con esa riqueza de detalles (sin la cual la aplicación de la ciencia a la vida no es posible), todas las ciencias, todas las ramas de la vida social.”

¿No se podría decir talmente que es un pensador austriaco? ¿No se está describiendo la imposibilidad del sabio gobernante platoniano en base al problema del conocimiento? Pero no es un escrito ni un párrafo aislado en el pensamiento de Bakunin, sino que repite –esta vez con prosa más adornada-:
“¿Qué mente, por muy brillante que sea, o –si queremos considerar una dictadura colectiva, incluso con centenares de individuos dotados de facultades superiores- está capacitada para recoger la infinita multiplicidad y diversidad de intereses, aspiraciones, deseos y necesidades cuya suma constituye la voluntad colectiva de un pueblo? ¿Dónde están esas mentes tan dotadas y abiertas como para inventar una organización social capaz de satisfacer a todo el mundo? Esa organización será sólo un lecho de Procusto, donde se verá forzada a descansar la infeliz sociedad”

En realidad no debería extrañarnos esta observación, y es que a despecho de ser una persona mucho más instruida (“nadie ha leído tanto como él” le reconocía Bakunin a Marx), Marx era un pensador mucho más simple.
Marx pensaba en categorías (clases), y pensaba que su teoría era científica y que con una sola teoría era capaz de explicar toda la historia de la humanidad. A lo que Bakunin le responde:
“Supongamos una academia instruida, compuesta por los más ilustres representantes de la ciencia […] y que inspirada solo por el más puro amor a la verdad nada decreta sino leyes acordes estrictamente con los últimos hallazgos de la ciencia. Pues bien, mantengo que dichas leyes y dicha organización serían una monstruosidad, porque todo saber humano es siempre imperfecto, y comparando lo descubierto con lo aún ignorado estamos todavía en la cuna [...] La vida siempre será infinitamente mayor que la ciencia”.

Todo un ataque a la pretensión de un gobernante sabio, así como a la cientifididad del materialismo.
Pero es que Bakunin acusaba a Marx de idealista, y no le faltaba razón cuando criticaba la metodología de éstos:
En lugar de seguir la vía natural de abajo a arriba, de lo inferior a lo superior y de lo relativamente simple a lo complicado; en lugar de acompañar prudente, racionalmente el movimiento progresivo y real del mundo llamado inorgánico al mundo orgánico, vegetal, después animal, y después específicamente humano; de la materia química o del ser químico a la materia viva o al ser vivo, y del ser vivo al ser pensante, los idealistas, obsesionados, cegados e impulsados por el fantasma divino que han heredado de la teología, toman el camino absolutamente contrario. Proceden de arriba a abajo, de lo superior a lo inferior, de lo complicado a lo simple.

Bakunin conocía a los hombres mucho mejor de lo que los conocía Marx, y sabía qué son los incentivos:
“Basta dotar de poderes absolutos al más ardiente revolucionario para que en menos de un año aventaje en despotismo al propio Zar”
“Pero hay una tercera razón que hace imposible tal gobierno [el gobierno de los científicos]: es que una academia científica revestida de esa soberanía digamos que absoluta, aunque estuviere compuesta por los hombres más ilustres, acabaría infaliblemente y pronto por corromperse moral e intelectualmente. Esta es hoy, ya con los pocos privilegios que se les dejan, la historia de todas las academias. El mayor genio científico, desde el momento en que se convierte en académico, en sabio oficial, patentado, cae inevitablemente y se adormece.”
“Es propio del privilegio  de todo posición privilegiada el matar el espíritu y el corazón de los hombres. El hombre privilegiado, sea política, sea económicamente, es un hombre intelectual y moralmente depravado”
“Un cuerpo científico al cual se haya confiado el gobierno de la sociedad acabará pronto por no ocuparse absolutamente nada de la ciencia, sino de un asunto distinto; y ese asunto, como sucede con todos los poderes establecidos, será el de perpetuarse a sí mismo, haciendo que la sociedad confiada a sus cuidados se vuelva cada vez más estúpida, y por consiguiente más necesitada de su gobierno y dirección.

Todos estos pensamientos le llevan a proclamar su anarquismo:
“En una palabra, rechazamos toda legislación, toda autoridad y toda influencia privilegiadas, oficiales y legales, aunque salgan del sufragio universal, convencidos de que no podrán actuar sino en provecho de una minoría dominadora y explotadora, contra los intereses de la inmensa mayoría sometida.
He aquí en qué sentido nos declaramos realmente anarquistas."

Y he aquí porque digo que se puede llegar a considerar a Bakunin como un precedente de los argumentos de la Escuela Austriaca de Economía en el debate sobre la Imposibilidad del Socialismo.
Y es que no en balde, a pesar de sus múltiples errores que al ser violentos son culpables de tantas muertes, y a pesar de proclamar un anarquismo colectivista, Bakunin es el mayor referente del anarquismo, y hay en su pensamiento ideas muy útiles para la teoría moderna.
Además de que nos permite situar la disputa entre comunistas y anarquistas en términos de simpleza/complejidad, de autoritarismo frente a autoridad, de idealismo frente a realismo, de organización top-dowm frente a organización bottom-up (por utilizar la nomenclatura anglosajona ahora de moda).
Hay mucho por aprender. Hasta de Bakunin.

(Datos como este, y muchos más, se pueden encontrar en el II Tomo de “Los enemigos del comercio” de don Antonio Escohotado Espinosa, que estará en las librerías a finales de año).

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