DE LA
EMBOSCADURA:
La emboscadura, de Jünger,
es un libro abierto a tantas interpretaciones que es muy fácil hacer malas
interpretaciones.
Yo he ordenado
algunos extractos del libro de un modo muy personal, en mi particular
hermenéutica que tan solo muestra la lectura que yo he hecho del texto.
La emboscadura es un libro que llama al cambio radical,
a la transformación de la sociedad. Escrito por un soldado que en su momento
llamó a la guerra el libro llama a la transformación a través de la poesía:
De ahí que no nos esté concedido quedarnos en la imaginación, a
pesar de que es ella la que otorga su fuerza básica a las acciones. Nivelar las
imágenes y derribarlas es algo que precede a la lucha por el poder. Por este
motivo no podemos prescindir de los poetas. Ellos son los que introducen la
subversión y los que inician también el derrocamiento de los Titanes. La
imaginación y con ella el canto forman parte de la emboscadura
Es tan
profundo su pensamiento que:
El pensador penetra en un terreno donde resulta por fin posible
establecer una alianza no sólo con los teólogos, sino también con los poetas.
Lo que es el proyecto del pensamiento completo. Unión de
todos los conocimientos, algo que Jünger persiguió toda su vida y que completó
con sus experiencias con LSD y su amistad con Hofmann.
Jünger no abandona nunca la racionalidad, de hecho dice
de las conferencias internacionales que:
De ahí que en congresos y en conferencias se adopten unas
resoluciones cuya estupidez y cuya peligrosidad son mucho mayores que las que
tendría la sentencia dictada por una persona cualquiera sacada del primer
tranvía que pase ante nosotros
Algo que a día de hoy muchos seguimos pensando. Lo único
que parece haber cambiado es que quien viaja en el tranvía de hoy en día va
bajo tierra.
Pero sabe que la racionalidad no es suficiente, que “el pensamiento racional es cruel”, y que lo que mueve a los hombres es el mito, el héroe:
El mito no es historia ocurrida en un tiempo
anterior; es realidad intemporal que se reitera en la historia.
Y Heracles es el mito sobre el que se funda el liberalismo:
Heracles es el proto príncipe; hasta los
dioses han de recurrir a él en su lucha con los Titanes. Heracles deseca los
pantanos, construye canalizaciones y hace habitables las tierras yermas; para
ello mata los monstruos y los animales feroces. Heracles es el primero de los
héroes sobre cuyas tumbas se funda la polis y cuya veneración mantiene en pie a
la ciudad.
Y es que La emboscadura es un libro liberal. Pero de una
libertad real, que ha de ser adquirida, conquistada:
Vistas las cosas históricamente, todo cambio acaecido en lo
necesario comporta también una modificación de la libertad. Esto es lo que
explica que hayan caducado los conceptos de libertad de 1789 y que esos
conceptos sean incapaces de hacer valer su autoridad frente a la violencia. La
Libertad, sin embargo, aunque siempre se recubra con los ropajes propios de
cada tiempo, es inmortal. A lo cual se añade que es preciso readquirirla una y
otra vez. A la libertad heredada es menester afirmarla en las modalidades que
vienen acuñadas por su encuentro con las cosas que históricamente son
necesarias.
Un libro que apoya la libre competencia y teme al estatismo:
Donde desaparece la
competencia se corre el riesgo de que surja una especie de
estirpe de rentistas mantenida a costa del Estado, mientras en la política
exterior perdura la competencia, es decir, la carrera de competición entre
los diferentes Estados. Por esa brecha es por donde penetra el
terror.
Entre otros, el terror que provoca el igualitarismo: los
tiempos empeñados en implantar la
igualdad de todos los seres humanos cosecharán frutos completamente distintos
de los esperados.
Un libro que hace la más certera defensa de la propiedad
privada: En los sitios donde lo que se pretende es atacar la propiedad en
cuanto Idea, la consecuencia necesaria será la esclavitud.
Pero también un libro que critica
la mera riqueza material:
Aquí se corre el peligro de padecer la suerte de aquellos
españoles comandados por Hernán Cortés a los que, en la « Noche triste»,
el peso del oro del que no quisieron separarse arrastró al fondo de las aguas.
Porque, la
riqueza no son posesiones, aunque sea necesaria la propiedad privada:
La riqueza del ser humano es infinitamente mayor de lo que él
supone. Es una riqueza que nadie puede quitarle y que, en el transcurso de los
tiempos, aflora una y otra vez a la superficie haciéndose visible sobre todo
cuando el dolor ha removido las profundidades.
Escrito en las circunstancias más difíciles, en 1951,
reción terminada la Guerra Mundial y cuando Jünger estaba bajo sospecha por sus
relaciones con el nazismo, la emboscadura es un canto pacifista (de un autor
que había escrito los libros más pro-bélicos tras la Primera Guerra Mundial);
pero es un canto pacifista basado en la resistencia, en la dignidad de la resistencia.
Es un libro que llama a la paz. A defender la paz, no ha darla por dada:
Una de ellas es la suposición de que la inviolabilidad del
domicilio se funda en la Constitución y se encuentra asegurada por ella. En
realidad la inviolabilidad del domicilio se basa en el padre de familia que
aparece en la puerta de la casa acompañado de sus hijos y empuñando un hacha en
la mano. Sólo que esta verdad no siempre se halla a la vista; y tampoco
constituye una objeción contra las Constituciones. Lo que vale es el viejo
adagio: «Es el hombre el que garantiza el juramento, no el juramento el que
garantiza al hombre»
Porque: Es el
hombre libre el que le otorga sentido a las armas.
Ya que: La grandeza humana es algo que hay que
conquistar una y otra vez con lucha.
Y Jünger, el gran admirador de la grandeza humana,
lamenta que sean unos pocos los que estén dispuestos a defender su libertad, a
ejercer su grandeza:
La persona singular ha de saber si, frente a ello, para él tiene
más peso la libertad. Ha de saber si estima más el ser de un determinado modo o
el ser sin más. El auténtico problema está, más bien, en que una gran mayoría
no quiere la libertad y aun le tiene miedo. Para llegar a ser libre hay que ser
libre, pues la libertad es existencia. La libertad es ante todo la concordancia
consciente con la existencia y es el placer, sentido como destino, de hacerla
realidad.
¿Por qué? Pues porque el miedo paraliza a la mayoría:
Ninguno de los vivientes podrá eludir estas
dos piedras de toque, estas dos ruedas de molino: la duda y el dolor. Son los
dos grandes medios de la reducción nihilista.
La pregunta básica en estos remolinos dice así: ¿es
posible librar del miedo al ser humano? Tal cosa es mucho más importante que
proporcionarle armas o que proveerle medicamentos. El poder y la salud están en
quien no siente miedo.
La buena noticia que nos anuncia La emboscadura es que
sí, que unos pocos hombres son capaces de vencer el miedo y ser libres, que hay
unos pocos que valoran más el ser de un
determinado al ser sin más. Y
que esos pocos hombres pueden cambiar la sociedad. Pueden traer la libertad:
Vamos a
contentarnos con la sospecha de que en una ciudad de diez mil habitantes
hay cien personas que están decididas a demoler la violencia. En una ciudad
de un millón de habitantes viven diez mil «emboscados», si es que queremos
servirnos de esa palabra, aunque todavía no tenemos una visión completa de su
alcance. Esto representa un
poder enorme. Basta para derribar incluso a tiranos muy poderosos.
De un hombre que vota «no» en unas, así llamadas,
«elecciones en favor de la paz» cabrá aguardar que ofrezca oposición en
cualesquiera circunstancias y de modo especial cuando pasan apuros los dueños
de la violencia. En cambio, no existe en absoluto la misma seguridad
de que se mantenga el aplauso de los otros noventa y nueve si las
cosas empiezan a tambalearse. En tales circunstancias la minoría
se asemeja a un virus que causa un efecto enorme, imposible de
calcular, y que impregna la totalidad del Estado
Unos pocos, unos poquísimos votos disidentes, nos dice
Jünger, son la salvaguarda de la libertad y la dignidad, son el inicio del
cambio, el resquebrajamiento del Estado.